viernes, 3 de octubre de 2014

IGUALDAD DEL HOMBRE Y LA MUJER AL CONTRATAR UN SEGURO

Cada día entiendo menos a los políticos. En vez de dedicarse a lo que realmente importa, que es resolver los graves problemas económicos que sufrimos y a combatir el brutal desempleo existente, juegan a perder el tiempo y a moverse de modo demagógico en el Congreso, para introducir modificaciones legislativas que, desde mi punto de vista, sólo tienen un objetivo: Justificar lo que cobran. Porque, en otro caso, no podría entenderse.

He aquí un ejemplo: Fruto de una enmienda presentada por el Grupo Popular, en la Ley 11/2013 de medidas de apoyo al emprendedor y de estímulo del crecimiento y de la creación de empleo, se metió con calzador una disposición adicional duodécima, relativa a la igualdad de trato entre mujeres y hombres en el acceso a los bienes, servicios y su suministro, que literalmente dice: “no podrán establecerse, en el cálculo de las tarifas de los contratos de seguro, diferencias de trato entre mujeres y hombres en las primas y prestaciones de las personas aseguradas, cuando aquellas consideren el sexo como factor de cálculo”. De esta manera los diputados consagraban el principio de igualdad de trato, pero olvidaron  que esta  disposición adicional modifica la Ley de Ordenación del Seguro Privado y la chapuza es monumental.
  
Vamos a ver señores diputados, ¿con tantos asesores que tienen y que dicho sea de paso, pagamos todos los ciudadanos, sólo se les ocurre eso? ¿Conocen algo el mundo del seguro? ¿Conocen algo de cálculos actuariales? Yo creo que no tienen ni repajolera idea. Así que, voy a darles algunas aclaraciones.

Las entidades aseguradoras y reaseguradoras, para determinar lo que en su argot llaman "riesgo", manejan cálculos actuariales basados en el "cálculo de probabilidades", "leyes de los grandes números" y las "leyes empíricas del azar". Concretamente, en el ámbito de los seguros de vida, suelen utilizar elaboradas tablas de mortalidad, entre las que destacan las prestigiosas tablas suizas GKM. 

En base a todos estos cálculos actuariales, se puede saber que las mujeres tienen una expectativa de vida ocho años mayor que la de los hombres, o que las mujeres son más prudentes que los hombres conduciendo y por eso tienen menos accidentes, o que las mujeres viven más que los hombres, pero en cambio sufren más intervenciones quirúrgicas, o que las mujeres practican menos deporte de riesgo que los hombres, etc.etc.
Como consecuencia, es lógico pensar que la prima de un seguro de vida para el caso de muerte, sea más cara para un hombre que para una mujer, e igualmente el seguro de auto será más caro para el coche que conduce un hombre, que para una mujer. Por el contrario si se trata de seguros de salud, como estadísticamente las mujeres tienen más intervenciones quirúrgicas y además se quedan embarazadas, las primas por lógica son más caras para las mujeres que para los hombres.

Si además de todo esto tenemos en cuenta que las aseguradoras no son entidades públicas que pueden tener precios políticos regulados por el Estado, si no que se trata de entidades mercantiles que en libre competencia persiguen unos beneficios, sin duda van a aplicar las primas que según sus cálculos corresponden a los riesgos que asumen. Por tanto si los riesgos digamos hombre o mujer, son diferentes, también lo serán las primas que van a pagar por los seguros que contraten.


Así que, amigos Diputados, dejen a un lado la demagogia barata y dedíquense a proponer medidas legislativas que de verdad estimulen el crecimiento y la creación de empleo, porque esta chorrimedida de que las aseguradoras cobren igual a hombres o a mujeres, para nada va a influir en este crecimiento o esa creación de empleo. Muy al contrario, estarán coartando la libertad de mercado de las compañías de seguros.

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