Cuando tenía 17 años andaba como un loco esperando a llegar a los 18 para poder tener carnet de identidad y poder ver las pelis de mayores de 18, ya que estaba cansado de esperar en las filas del cine para que al llegar a la puerta, un engalanado portero me diera la vuelta por no tener carnet, con la consiguiente cara de imbécil que se te quedaba.
A aquél preciado documento se le unió poco después el carnet de conducir que, aunque no tuvieres coche, lo llevabas a todas partes por si acaso alguien te brindaba la oportunidad de conducir. Además, como tenía forma de tríptico hacía la doble función de carnet y de cartera para meter dentro el DNI. Toda una maravilla, porque aunque se arrugara, no ocupaba nada y lo llevabas fácilmente en el tejano.
Pero, caramba, ahora las cosas han cambiado tanto que la cartera ya empieza a tener unas dimensiones desproporcionadas, y resulta complicado llevarla en el bolsillo de una chaqueta por el bulto que hace. Y no digamos nada si vas de sport con un tejano, porque entonces la complicación aun es mayor.
He hecho un recuento de lo que llevo dentro de mi cartera y me he asustado. Mirad la documentación plastificada que llevo: Un DNI y un permiso de circulación; una tarjeta visa y otra mastercard para además de pagar compras, usar cajeros Servired o 4B; dos carnets de los clubs de los que soy socio porque como voy poco igual no me conocen y necesito identificarme como tal; la tarjeta Solred para respostar en las gasolineras y pagar los peajes, ya que con ella me hacen un pequeño descuento en el combustible; una tarjeta de fidelización travel club para que después de mil compras me regalen la cuarta parte de un billetito de avión; Una tarjeta de la Seguridad Social y otra de la póliza de salud que tengo, por si me pongo malito y necesito asistencia médica; Una tarjeta del Corte Inglés por si alguna vez compro una corbata; dos tarjetas de coordenadas para usar la banca electrónica; Una tarjeta del club de cosecheros de Rioja Alta para cuando voy a probar algún caldo a sus bodegas; una tarjeta de Makro porque alguna vez voy a comprar cosas allí; la tarjeta de acceso al club deportivo para acceder a sus instalaciones; la tarjeta de la ONG con la que colaboro para acreditarme cuando gestiones en su nombre; la tarjeta de fidelización que me regalaron el Decathlón cuando compré una bicicleta; Una tarjeta Camerfirma y otra Inzempe; y por último algunas otras del Colegio de Abogados, Mutualidad de la Abogacía, fidelizaciones de no se qué y que como nunca las utilizo, ya las dejo en casa.
Las han contado Vdes.? No se esfuercen... llevo 17 tarjetas y creo que en casa me dejo otras tantas. Toda una locura. Al paso que vamos tendré que buscarme alguna mochila para llevar todo esto.
Ante esto me pregunto: con los grandes avances tecnológicos que tenemos y con la cada vez mayor miniaturización de los chips, ¿por qué no se crea un sólo documento con un chip en el que se introduzca la información de todas las tarjetas que utilizamos?
De este modo sólo con una tarjeta plastificada (quizás el DNI) podríamos tener introducida la información de todas las que necesitemos y nos ahorraríamos tamaña incomodidad de portar una cartera de cada vez mayor tamaño. También preservaríamos el medio ambiente al no consumir tantos plásticos, reduciríamos costes y sobre todo ayudaríamos a nuestras amadas esposas a organizar sus bolsos y no volverlas locas cuando buscan la tarjeta adecuada para pagar esa comprita que acaban de hacer.
¿Es posible esto tecnológicamente?. Entiendo que sí. Por tanto digo algo y fuerte quiero una cartera electrónica.
Creo que tienes mucha razón en lo que dices de las tarjetas, es una locura tener una sola tarjeta para cada cosa.Se deberian de unificar todas en una, porque no es solo la incomodidad de llevar tantas encima, sino que si pierdes o te roban la cartera (ojalá no suceda) los inconvenientes que esto supone son muy grandes, darlas de baja a todas... reponerlas de nuevo...pérdida de tiempo...es una locura.Sí, yo también voto por una sola tarjeta para todo, seria lo
ResponderEliminarideal.