Yo en modo alguno
comparto las teorías de “Podemos”, pero
en este caso, sólo en este caso, tengo que darles la razón: “La casta existe”.
Y a las pruebas me remito. Los políticos de turno han fabricado un entramado
institucional para tener jubilaciones doradas, una vez que se han apartado, o
el electorado les ha apartado de la vida política.
Primero se inventaron
el Consejo de Estado para acoger a ex presidentes del Gobierno de España, ex
Fiscales Generales del Estado, ex ministros, ex gobernadores del Banco de España,
ex presidentes de Consejos de Gobierno, de Comunidades Autónomas y ex de los más
variopintos cargos políticos. Después, aun cuando este Consejo de Estado tiene
competencias para asesorar a las Comunidades Autónomas, estas no se quedaron
cortas y se inventaron los “Consejos Consultivos” para ese mismo asesoramiento
ceñido a la respectiva Comunidad Autónoma.
Como muestra basta un
botón: El Sr. Gallardón presentó su dimisión como Ministro de Justicia y
transcurrido un solo día de paro, a los dos días, ya fue incorporado como
Consejero de la Comunidad de Madrid, con el módico sueldo de ocho mil
quinientos euros mensuales, más
despacho, secretaria y coche oficial. Pero al igual que él, en todos los
Consejos autonómicos, hay infinidad de políticos que, sólo por asistir a una
reunión semanal, cobran entre 60.000 y 90.000 euros anuales. Y lo que indigna
es que puede que asistan a esas reuniones, pero quien les hace el trabajo y
elaboran los dictámenes que ellos se limitan a suscribir, son los Letrados que
tienen adscritos esos Consejos y que evidentemente cobran su sueldo como
funcionarios adscritos que son. Como he leído en algún lado, “los miembros de la casta son como los
marines americanos. Nunca dejan a un compañero atrás”.
Es lamentable que el
Presidente Sr. Rajoy, entre el montón de medidas que propuso para la reforma de
la Administración Pública y evitar duplicidades, estaba la eliminación de estos
órganos consultivos y que al día de hoy, sólo Cantabria ha eliminado hace poco
tiempo su Consejo Consultivo. Ciñéndonos a nuestra Comunidad, el Consejo
Consultivo está compuesto por seis miembros, todos ex políticos y a su servicio
tienen veinticinco funcionarios adscritos, entre los que predominan los
Letrados. Repasando su memoria anual he
visto que el último año, han tenido 42
reuniones plenarias y que han generado unos gastos anuales de 1,3 millones de
euros. Entre las 371 consultas que les han formulado, predominan las
reclamaciones que los ciudadanos hacen por el funcionamiento de los servicios
públicos, como por ejemplo la de un ciclista que reclama por caerse de la
bicicleta en una senda pública con mantenimiento deficiente. (No hay ni una
sola que tenga una relevancia tan especial, que hubiere sido merecedora de una
consulta al Consejo). Caramba que se trata de cuestiones que cualquier
funcionario del Principado puede resolver sin esfuerzo alguno, por su
escasísima complejidad. Además, si el Principado tiene contratado un seguro de
responsabilidad civil, que entre otras cosas, garantiza la defensa frente a las
reclamaciones de los ciudadanos y en su caso la correspondiente indemnización
por los perjuicios causados, ¿para qué ir a buscar el dictamen del Consejo
Consultivo si van a ser los Abogados de la compañía de seguros, los que se van
a ocupar de esas reclamaciones?
Para qué queremos
unos órganos que nos cuestan más de 20 millones de euros al año, y que no
sirven para nada, ya que sus dictámenes no son vinculantes y además de eso,
quien realmente se los curra con los Letrados funcionarios. Conforme a la Ley
de Presupuestos, los sueldos de todos estos consejeros que no aconsejan nada, tienen unos
emolumentos equiparables a un Subsecretario de Estado. Es decir, cobran más de
60.000 euros anuales sólo por asistir a una reunión semanal que apenas dura
unas horas.
Por tanto, señores
del gobierno, ya que tienen la tijera preparada para recortar y para reducir el
déficit público, recorten estos Consejos, que son costosísimos y que son
ineficaces e ineficientes. Y si de verdad lo que quieren es proporcionar una
jubilación dorada a sus ex, caramba, díganlo abiertamente que igual encajamos
el gol mejor. Pero, en cualquier caso, si se resisten al recorte y persisten en
la idea de jubilar magnánimemente a sus ex, caramba, acuérdense de que los
ciudadanos de a pie, no tenemos ese privilegio y que si la empresa en la que
trabajamos nos da una patada en el culo, nos vamos a la cola del paro, a ver si
con suerte cobramos el subsidio un tiempo y en base a lo que hayamos cotizado, así va a
ser nuestra pensión, que nunca, en ningún caso, va a alcanzar el nivel de sus
privilegiados ex políticos. ¡qué jeta!
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