Cada día
entiendo menos a los políticos. En vez de dedicarse a lo que realmente importa,
que es resolver los graves problemas económicos que sufrimos y a combatir
el brutal desempleo existente, juegan a perder el tiempo y a moverse de modo demagógico en el Congreso, para introducir modificaciones legislativas que,
desde mi punto de vista, sólo tienen un objetivo: Justificar lo que cobran.
Porque, en otro caso, no podría entenderse.
He aquí
un ejemplo: Fruto de una enmienda presentada por el Grupo Popular, en la Ley
11/2013 de medidas de apoyo al emprendedor y de estímulo del crecimiento y de
la creación de empleo, se metió con calzador una disposición adicional
duodécima, relativa a la igualdad de trato entre mujeres y hombres en el acceso
a los bienes, servicios y su suministro, que literalmente dice: “no podrán
establecerse, en el cálculo de las tarifas de los contratos de seguro,
diferencias de trato entre mujeres y hombres en las primas y prestaciones de
las personas aseguradas, cuando aquellas consideren el sexo como factor de
cálculo”. De esta manera los diputados consagraban el principio de igualdad de
trato, pero olvidaron que esta disposición adicional modifica la Ley de
Ordenación del Seguro Privado y la chapuza es monumental.
Vamos a
ver señores diputados, ¿con tantos asesores que tienen y que dicho sea de paso,
pagamos todos los ciudadanos, sólo se les ocurre eso? ¿Conocen algo el mundo
del seguro? ¿Conocen algo de cálculos actuariales? Yo creo que no tienen ni
repajolera idea. Así que, voy a darles algunas aclaraciones.
Las
entidades aseguradoras y reaseguradoras, para determinar lo que en su argot
llaman "riesgo", manejan cálculos actuariales basados en el
"cálculo de probabilidades", "leyes de los grandes números"
y las "leyes empíricas del azar". Concretamente, en el ámbito de los
seguros de vida, suelen utilizar elaboradas tablas de mortalidad,
entre las que destacan las prestigiosas tablas suizas GKM.
En base a
todos estos cálculos actuariales, se puede saber que las mujeres tienen una
expectativa de vida ocho años mayor que la de los hombres, o que las mujeres
son más prudentes que los hombres conduciendo y por eso tienen menos
accidentes, o que las mujeres viven más que los hombres, pero en cambio sufren más
intervenciones quirúrgicas, o que las mujeres practican menos deporte de riesgo
que los hombres, etc.etc.
Como
consecuencia, es lógico pensar que la prima de un seguro de vida para
el caso de muerte, sea más cara para un hombre que para una mujer, e igualmente
el seguro de auto será más caro para el coche que conduce un hombre, que para
una mujer. Por el contrario si se
trata de seguros de salud, como estadísticamente las mujeres tienen más
intervenciones quirúrgicas y además se quedan embarazadas, las primas por
lógica son más caras para las mujeres que para los hombres.
Si además
de todo esto tenemos en cuenta que las aseguradoras no son entidades públicas
que pueden tener precios políticos regulados por el Estado, si no que se trata
de entidades mercantiles que en libre competencia persiguen unos beneficios,
sin duda van a aplicar las primas que según sus cálculos corresponden a los
riesgos que asumen. Por tanto si los riesgos digamos hombre o mujer, son
diferentes, también lo serán las primas que van a pagar por los seguros que
contraten.
Así que,
amigos Diputados, dejen a un lado la demagogia barata y dedíquense a proponer
medidas legislativas que de verdad estimulen el crecimiento y la creación de
empleo, porque esta chorrimedida de que las aseguradoras cobren igual a hombres
o a mujeres, para nada va a influir en este crecimiento o esa creación de
empleo. Muy al contrario, estarán coartando la libertad de mercado de las
compañías de seguros.
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