Como de todos es conocido, estamos ante una pavososa crisis económica y financiera, con unos duros ataques de los mercados de capitales que desestabilizan a muchos estados europeos y los ponen en el abismo. Estoy convencido que esto se debe a esos inconfesables contubernios que las castas políticas han mantenido con la gran banca, lo que ha provocado que en esa simbiosis, a los políticos se les hayan ido las cosas de la mano, hasta el extremo de que en este momento, son incapaces de supervisar y controlar a ese monstruo en el que se ha transformado el mercado financiero.
En nuestro país, dentro del eurosistema, el Banco de España, por mandato legal, tiene la finalidad básica de realizar la supervisión bancaria para salvaguardar la estabilidad del sistema financiero, tratando de impedir que las importantes funciones que desempeña el sector financiero en la economía, sufran perturbaciones significativas o puedan llegar a colapsarse. Por ello, el Banco de España dirige su atención a la solvencia y actuación de las entidades supervisadas.
Pero, en realidad, con ese mandato legal en la mano, esa autoridad de control que es el Banco de España ¿tiene capacidad técnica para supervisar a unos gigantes como Santander, BBVA, Credit Suisse, Goldman Sach u otros?. Yo digo que no. Y menos capacidad aun la tienen las Comunidades Autónomas que tienen cedidas esas competencias en su ámbito territorial.
Como ejemplo de esa incapacidad para realizar una buena supervisión, voy a hablarles de la experiencia profesional que he tenido en el periodo en que fui Presidente de una EPSV (entidad de previsión social) cuyo promotor era un gigante banco multinacional. Para quien no lo conozca, una EPSV es una entidad similar a un fondo de pensiones que es regulada por el Gobierno Vasco y que tiene su ámbito de actuación sólo en el País Vasco. Como consecuencia, su regulación y control corresponde al Departamento de Economía y Hacienda del Gobierno Vasco.
Trimestralmente, las entidades envían al Departamento de Economía sus cuentas y sus informes de gestión para realizar la adecuada censura de la gestión financiera. Los funcionarios de esta Departamento van analizando los datos que reciben y si no ven algo claro, normalmente de modo telefónico solicitan y reciben aclaraciones de los correspondientes departamentos de la entidad. Fruto de estos habituales contactos telefónicos se genera una fluida interlocución y una buena relación personal entre los funcionarios del gobierno y los traders y técnicos de la entidad financiera. Una vez al año, previo aviso con un mes de antelación, tres de esos funcionarios del Departamento de Economía se personan en la sede de la entidad y auditan toda la gestión financiera.
He conocido a estos funcionarios que desde mi punto de vista, además de un magnífico expediente académico (algunos en la Comercial de Deusto) y de haber superado unas duras pruebas para alcanzar su plaza de técnicos del Gobierno Vasco, tienen ya una amplia experiencia financiera de varios años, para realizar muy bien su trabajo. Lo que no tienen con mucha diferencia, es un sueldo similar a sus colegas de las entidades financieras.
En esa intervención, con el alcance de los conocimientos financieros o de la experiencia que tienen, lógicamente encuentran cosas que no ven claras, que no les encajan o que sencillamente no les gustan. Entonces intervienen esos traders de la entidad que a su vez están arropados por unas gigantescas divisiones que tienen su sede en Madrid, en Suiza, en Londres o en Nueva York y dotados de unos impresionantes sistemas informáticos, empiezan a ponerles encima de la mesa una ingente masa de datos a la vez que empiezan a soltar unos análisis de tanta amplitud y profundidad que dejan "acojonado" hasta al mas listo de la clase.
Normalmente, esos magníficos funcionarios, abrumados por la gran masa de información que ni tan siquiera pueden interpretar, dan carpetazo, levantan acta de la auditoría y califican a la entidad de matrícula de honor cum laude. Pero, con esta calificación, ¿la gestión de la entidad es así de buena?. Pues rotundamente no. La entidad ha cometido bastantes pecados, ha hecho a veces gestión poco confesable por eso de que lo que hay que hacer es dar valor al accionista, pero, de modo muy fácil, ha camuflado todo lo que le interesó.
¿queda claro no?. Pero hay una segunda parte. Terminada la auditoría, continúa un diálogo distendido fuera del guion, los técnicos del Gobierno hablan de su trabajo, de sus limitaciones y sobre todo de su salario. Los colaboradores de la entidad financiera hablan de sus condiciones de trabajo, de sus medios y sobre todo de sus salarios y bonus así como de sus posibilidades de promoción profesional.
Tras estas intercomunicaciones, alguno de estos cualificados funcionarios termina siendo contratado por la entidad financiera. Después de varios años de experiencia y con una buena carrera profesional en la entidad, el exfuncionario igual vuelve a la Administración Autonómica o del Estado, pero ya en condición de personaje político como Consejero, Director General o algo parecido. (la simbiosis políticos/financieros se ha producido).
Aunque en escala pequeña, creo que lo que he expuesto sirve para entender algo de lo que está pasando en esta tumultuosa selva económica y financiera que estamos viviendo. Y lo que es mas preocupante para mi, los supervisores o no pueden porque no tienen medios o conocimientos suficientes para supervisar a esos gigantes monstruos financieros o en algunos casos no quieren hacerlo porque al político de turno no le interesa hacerlo.
Ufffs. qué panorama.
Así nos luce el pelo con tanto politicastro que solo persigue sus intereses personales y con tanto inversor que pretende lucrarse a expuertas.
ResponderEliminarCarlos Suárez
No tengo ni idea de economía, pero por lo que parece se han creado unos monstruos gigantes que mueven millones de millones de dólares y que tienen tanta capacidad desestabilizadora que los Gobiernos no pueden controlarlos.
ResponderEliminarCreo que estamos ante un gran peligro.